PARA BORTO

Fallecer, morir, no aguantar, tirar la toalla, irse a mejor vida. Son todas palabras tan vacias como el espacio que dejaste.

Me acuerdo de tu risa, y me doy cuenta de que es un cliché... quién no se acuerda de la risa de un muerto? Muerto. Como la chirolita que me regaló mi mamá para que trajera fortuna y no supe cuidar. Un día me di cuenta de que estaba seca y me dió tristeza. Pero no lloré. Decimelo ¿no te cuidé? ¿Qué tendría que haber hecho para que no te vayas?

Cada vez que suena mi celular, espero, sueño, me desespero porque seas vos. No te puedo borrar del messenger. Cómo hago? Cómo dejo de llorarte?

Todos me dicen que me acompañan en el sentimiento. Se que es con la mejor intención, pero es una vana mentira. Te fuiste, nunca más te voy a ver y escuchar como te quejas de todo. Nunca mas me vas a tratar de petisa ñoña. Nunca más me vas a retar por no entender esa música que te gusta a vos. Te gustaba.

Vi llorar a tu mamá, abrazando a tu papá, que se preguntaba que había hecho mal. Nada. Fue un accidente. Accidente. Como cuando mi prima quedo embarazada a los 19. Y mi tia que se hizo problema por eso.

Entre paréntesis me pregunto: ¿Dónde llora la casi amante no reconocida? ¿La no-amiga pero con derechos? ¿A mi quién me viene a abrazar?

Lo único que pude pensar es en las épocas en las que me imaginaba envejeciendo con vos. Y que hubieras hecho si se te moría un hijo, así, por un accidente. Y de cómo me imaginé que todo podía esperar un poco más. Para decirte cuanto te quiero. Te quería. Te Quiero?


Mierda.


Mierda gordo.


Me puedo ocupar de todos estos sentimientos más tarde. Somos jovenes. Eramos jovenes. Soy joven. Ahora, para siempre, sin vos.