martes, 27 de enero de 2009

LA VIDA TE DA SORPRESAS...

La exactitud de los hechos relatados a continuación puede verse afectada por consumo poco prudente de bebidas alcoholicas.

Bar. hora indefinida.
D (una amiga que fui a visitar en una ciudad desconocida): pedo atroz.
Amarga: pedito alegrón.
Punto para D.
D: charla con alemancete cuasi bohemio con lentes muy raros y pedo más atroz que el suyo.
A: silla contra la pared y cerveza. Por supuesto, siempre media vacía.
Punto para D.

De repente: alemanote que estaba sentado a mi lado (no por casualidad, si se lo están preguntando) se acerca y me dice: son españolas? con un acento tan terriblemente derritiente que creo que se me incendiaron ciertas partes ahí nomás. Nos pusimos a hablar, de como el una vez hace tiempo había hecho un viaje por Latinoamérica, y paso por Buenos Aires. De lo que hacíamos y esto y aquello. Conversación muy entretenida, aunque no podría reproducirla entera.
Había un par de españoles que me conocían de la noche anterior (sin comentarios) y me incitaban a dejar mi alemanote y buscarme algo más a mi medida (me sacaba 30 centímetros). Los espante con una mirada de odio terrible. A la mierda la diplomacia. Pero esas son cuestiones al margen.

En algún momento, D y lentitos a los besos. Yo, aproveché el ambiente.
Baile, risas, cervezas después...
D: shomevoy a nomi conlentitos.
A: mejor, así tengo una excusa para quedarme con él, pero seamos disimuladas.
D: hipp!

al alemán: tengo un problema (cara de nena desamparada) me quedé sin lugar donde ir a dormir.
alemán: pero no! tu puedes utilizar mi cama (no dijo con que fin, pero bue...)
al alemán: pero no, ahora te sentís obligado, eso no... (cara de más desamparada y afligida)
alemán: no me siento obligado para nada!! por favor!! ni se te ocurra!!
al alemán: (repentina cara de zorra) en realidad, deberías sentirte obligado

palo y a la bolsa

D y yo fuimos a buscar nuestras cosas, mientras el alemanote hablaba con lentitos. Muy atento, le pidió la dirección y el numero de teléfono, porque se preocupo por mi amiga, que no parecía muy sobria y para el los chicos con lentes y barba no eran de confiar. D desapareció antes de que yo me diera cuenta. Yo pensé que ante la estrepitosa huida de D, no me quedaba mucho tiempo en ese bar.
Y esperé. Seguía la conversación... hasta me pregunte si realmente iba a lograr cumplir con mi cometido. Más tarde descubriría que el estaba esperando que yo de señales de que me quería ir. Porque cómo, CÓMO! iba a ser tan descortés de insinuarme algo que quizás (y sólo quizás) no tenía ganas de hacer (Hombres y situaciones se me vinieron a la cabeza. No me creía que pudiera existir un hombre así).

Si la conversación, el acento y todo lo demás no había alcanzado, ahí le ponía la cereza.



Pero hay más...

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